
Ángel Amadeo Labruna, leyenda del fútbol argentino y River

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El fútbol argentino está lleno de genios con la pelota que han marcado un antes y un después en la historia del balompié de este país. Di Stéfano, Diego Armando Maradona, Batistuta o el propio Leo Messi son algunos de ellos. Sin embargo, hay un nombre que llega al imaginario del hincha argentino y no es otro que el de Ángel Amadeo Labruna, pero, ¿quién fue esta persona? aquí te lo contamos.
Ángel Amadeo Labruna, una leyenda deArgentina
Fue mucho más que un futbolista: es una leyenda indiscutida del fútbol argentino y el máximo emblema en la historia del Club Atlético River Plate. Su figura representa una era dorada del deporte nacional y un modelo de fidelidad, talento y liderazgo tanto dentro como fuera de la cancha.
Nacido en el barrio porteño de Caballito, Labruna dedicó la mayor parte de su carrera profesional a River, donde debutó en 1939 y jugó hasta 1959. Convirtió 293 goles en 515 partidos oficiales, y es, aún hoy, el máximo goleador histórico del club. Fue parte fundamental de ‘La Máquina’, el mítico equipo riverplatense de los años 40 que revolucionó el juego con su estilo asociado, técnico y ofensivo. Su olfato goleador lo llevó a ser, durante décadas, el segundo máximo artillero de la historia del fútbol argentino, solo superado por Lionel Messi en tiempos recientes.
Ángel Amadeo Labruna nació el 28 de septiembre de 1918 y falleció el 19 de septiembre de 1983, a los 64 años. Su muerte ocurrió apenas nueve días antes de cumplir 65.
¡NACIÓ ÁNGEL LABRUNA, LEYENDA DE RIVER!
Un día como hoy, un 28 de septiembre de 1918 nació Ángel Amadeo Labruna, ídolo eterno de River Plate y figura histórica del fútbol argentino. Como jugador fue parte de “La Máquina”, marcando 293 goles con la camiseta del “Millonario”,… pic.twitter.com/xegBHbdkqK
— Tribuna Deportiva Perú (@PeruTribuna) September 29, 2025
River Plate le rinde homenaje con el día internacional del hincha
Es incuestionable la labor y la importancia que tuvo Ángel Labruna en la historia de River Plate desde sus comienzos. Además de ser el máximo goleador histórico de la entidad ‘millonaria’, fue mucho más que eso, hasta el punto de que River celebra el día internacional del hincha el 28 de septiembre, coincidiendo con la fecha de su nacimiento.
Labruna es considerado el mayor símbolo riverplatense por su extraordinaria trayectoria como jugador y como director técnico. Fue parte de La Máquina, máximo goleador histórico del club con 293 goles, y el técnico que rompió una racha de 18 años sin títulos locales en 1975. Además, representaba como nadie el amor y la identidad del hincha de River, incluso con gestos icónicos como taparse la nariz al entrar a la Bombonera, en alusión al clásico rival Boca Juniors.
Desde 2003, los hinchas adoptaron oficialmente esta fecha para celebrar su pasión por River, en honor a quien representa la esencia del club.
Labruna y una vida dedicada a River Plate
La etapa como futbolista de Labruna en River Plate llegó a su fin en 1959 tras varios años al servicio del Millonario y dejando huella en cada temporada. Sin embargo, la figura del mítico jugador argentino siguió ligada al club de su vida.
Si como jugador fue leyenda, como entrenador se convirtió en el artífice de una de las etapas más significativas del club, al devolverle la gloria perdida y reafirmar su estatus de gigante del fútbol argentino.
Labruna asumió como director técnico de River en 1975, en un momento crítico: el club atravesaba una sequía de 18 años sin títulos locales, una racha que pesaba como una losa sobre jugadores, dirigentes e hinchas. Con personalidad, sabiduría táctica y un conocimiento profundo del ADN riverplatense, ‘El Feo’ —como lo apodaban— construyó un equipo sólido, ofensivo y competitivo.
Y con una base ya estructurada y con jugadores que dieron la talla, los títulos para River Plate fueron cuestión de tiempo. Ese mismo año, River se consagró campeón del Torneo Metropolitano, y luego del Nacional, rompiendo con casi dos décadas de frustraciones. Labruna no solo rescató la confianza del plantel: también promovió juveniles, potenció figuras y consolidó una identidad de juego asociada al buen fútbol, fiel al estilo histórico del club.
Su legado como entrenador no se limitó a los títulos (ganó seis campeonatos entre 1975 y 1981), sino que también dejó una huella indeleble en la cultura futbolística de River. Fue mentor de grandes ídolos como Daniel Passarella, Norberto Alonso y Américo Gallego, y su figura se convirtió en guía moral y futbolística para generaciones posteriores.
Un peso importante en la Selección Argentina
Ángel Labruna también dejó una huella muy grande en la Selección Argentina. Es cierto que estuvo más en la sombra y fue un periodo complicado para la Albiceleste con todo lo relacionado con la Guerra Mundial. Fue un paso breve en comparación con la de los clubes, pero también dio mucho que hablar.
Labruna debutó con la selección en 1942, y formó parte de una generación de grandes talentos del fútbol argentino, en tiempos donde el país dominaba el escenario sudamericano. En total, disputó 37 partidos internacionales y convirtió 17 goles, números que hoy lo colocan entre los goleadores históricos de la Albiceleste.
Fue campeón de la Copa América en 1946, torneo disputado en Buenos Aires, donde la Argentina se impuso con contundencia, y nuevamente en 1955, en Chile, compartiendo plantel con otras figuras estelares como Mario Boyé y Rodolfo Micheli. En ambas ediciones, Labruna se destacó por su inteligencia táctica, su capacidad para definir y su liderazgo dentro del campo.
Sin duda, la espinita no fue otra que la del Mundial. debido a la decisión política de la Argentina de no participar en las Copas del Mundo de 1950 y 1954, Labruna recién pudo disputar un Mundial en 1958, en Suecia, cuando ya tenía 39 años. El equipo nacional, mal preparado y con graves falencias organizativas, sufrió una de sus peores actuaciones históricas, siendo eliminado en primera ronda. Labruna, pese a su veteranía, fue titular en dos de los tres partidos.
Aunque esa Copa del Mundo marcó un cierre agridulce para su etapa internacional, su aporte a la albiceleste no se mide solo en torneos. Fue parte de una generación que sostuvo el prestigio del fútbol argentino en la región, en años sin televisión global ni contratos millonarios, cuando la camiseta se defendía con orgullo y compromiso.