Boca Juniors gana la Intercontinental 2000 contra Real Madrid
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Se cumplen 25 años del día más mágico en la historia de Boca Juniors. El 28 de noviembre de 2000, en el Estadio Nacional de Tokio, la banda de Juan Román Riquelme, Martín Palermo y Carlos Bianchi venció 2-1 al Real Madrid y ganó la Copa Intercontinental. Con el paso del tiempo, aquella final ha dejado de ser un simple capítulo del ciclo más exitoso del club para convertirse en un punto de referencia permanente, tanto para los hinchas como para la identidad futbolística de la institución. La perspectiva que da el paso del tiempo ha señalado aquel triunfo como el más importante en la historia de Boca Juniors y, por ende, del fútbol argentino.
Por qué es el triunfo más importante de la historia de Boca
El triunfo del 28 de noviembre de 2000 es la joya de la corona del ciclo más dorado del club xeneize. Con Carlos Bianchi al frente, Boca Juniors se convirtió en uno de los mejores equipos del mundo, mirando a los ojos de los gigantes de Europa. Con Bianchi, Boca fue campeón de la Libertadores en 2000, 2001 y 2003 y campeón de la Intercontinental en 2000 y 2003, amén de ganar numerosos torneos domésticos.
Pero la victoria contra el Real Madrid está en otra magnitud superior. La entidad del rival, el escenario, el contexto competitivo y el rendimiento colectivo explican por qué este partido suele ser considerado el logro más trascendente del club en el plano internacional. El Madrid, que arrancaba la era de ‘Los Galácticos’, se presentó en Tokio con Luis Figo, Raúl, Iker Casillas, Roberto Carlos, Fernando Hierro, Claude Makelele y otras figuras de primer nivel. Pero Boca completó la hazaña y no precisamente porque tuviera suerte, sino con una lección de fútbol.
Otro dato que dimensiona la relevancia de este título: Boca Juniors es el último equipo extranjero que le ha ganado al Real Madrid un trofeo internacional. Desde Tokio, el Real Madrid ha disputado 21 finales continentales y supracontinentales. Solamente el Atlético, otro equipo español, pudo arrebatar al Real Madrid una final (Supercopa 2018). Desde que lo hiciera el Xeneize, nadie ha podido emular a Boca. Esto realza aún más el hito de Riquelme y compañía.
Así fue el Real Madrid-Boca de la Intercontinental 2000
El Madrid había sido campeón de Europa meses antes tras ganar 3-0 al Valencia en París. En verano, Florentino Pérez accedió a la presidencia blanca y el club inició una transformación que tuvo en el fichaje de Figo, entonces el más caro de la historia, la primera gran decisión. Si el Madrid ya contaba con buenos futbolistas, otra estrella brillaba en la constelación merengue.
Boca Juniors, por su parte, triunfó en Libertadores y se proclamó campeón de Sudamérica ante Palmeiras, en una final a ida y vuelta con 2-2 en la ida y 0-0 en la vuelta. En penaltis, se impuso el Xeneize y nació la leyenda del Boca de Carlos Bianchi. Aunque fue en Tokio donde se vio la gran traca definitiva.
La final quedó marcada por un arranque imposible de anticipar. Boca golpeó dos veces antes de que el encuentro encontrara su ritmo. A los tres minutos, Martín Palermo definió en el segundo palo un ataque rápido y colocó el 1-0. Tres minutos más tarde, un nuevo desmarque suyo le permitió ampliar la ventaja con un remate cruzado. En solo seis minutos, Boca había puesto la final a su favor y obligaba al Real Madrid a correr desde atrás.
El descuento de Roberto Carlos, a los 12 minutos, con un tirazo de zurda, generó un cambio en la dinámica. El equipo español adelantó líneas y buscó mayor protagonismo ofensivo, aunque sin lograr imponer superioridad sostenida. Boca respondió con orden, concentración y un control emocional del partido que resultó determinante.
Ahí emergió Riquelme, que empezó a volver loco a los jugadores blancos con regates, gambetas, controles y un dominio del balón a la altura de pocos jugadores en el planeta. Battaglia, Serna y Basualdo sostuvieron a Boca cuando el Madrid apretó, Matellán vigiló bien a Figo y Riquelme hizo el resto hasta el final. Las carreras de Geremi o Makelele intentando frenar sin éxito a Román son pura iconografía. Con brillantez, siendo superior en juego e inteligencia, Boca se proclamó campeón del mundo frente al club más grande de todo el Siglo XX, el Real Madrid.
Román le dice ‘hola’ al planeta
Si Palermo resultó la figura decisiva en el resultado, Riquelme fue la figura determinante en el desarrollo. Su actuación en Tokio marcó un antes y un después en su carrera y en la percepción internacional sobre su estilo de juego.
Riquelme fue el eje de la tenencia, el manejo de los tiempos y la pausa necesaria para que Boca pudiera sostener su plan. Cuando el partido exigió frenar, él lo frenó. Cuando hizo falta avanzar, él eligió la manera. Sus controles orientados, su capacidad para esquivar la presión y su lectura de cada situación le permitieron dominar sectores completos de la cancha, aun ante mediocampistas de jerarquía europea.
La final de 2000 fue uno de los encuentros que instalaron a Riquelme como un futbolista de alcance global. Su actuación llamó la atención en Europa, donde ya se lo reconocía como un talento especial, pero no con la dimensión que adquirió después de Tokio. Para Boca, fue la confirmación de que el equipo tenía en él a un conductor con impacto internacional. Dos años después, el FC Barcelona lo fichó.
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