
Cementerio de Elefantes: la gesta de Colón en 1964

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Este 8 de septiembre de 2025 se cumplen 61 años de un episodio inolvidable para la historia de Colón de Santa Fe y, por extensión, del fútbol argentino. Aquella tarde de 1964, el equipo sabalero, por entonces militando en la Primera “B”, recibió en su estadio a la mismísima Selección Argentina y logró una hazaña que quedó grabada a fuego: le ganó 2 a 0 en un amistoso que sirvió para reforzar el mote de su casa como “El Cementerio de los Elefantes”.
La Albiceleste, que se preparaba para compromisos internacionales, alineó a varias figuras destacadas de la época, entre las que se encontraban Antonio Rattín, Roberto Telch, Alberto Rendo, Daniel Willington y Daniel Onega. Sin embargo, el humilde Colón no se dejó intimidar. Con un juego aguerrido y decidido, se impuso con autoridad gracias a los goles de Ríos y Broggi, y dejó atónitos a propios y extraños.
Ese triunfo se dio apenas dos meses después de otro hito para el club santafesino: la victoria sobre el mítico Santos de Pelé, también en el estadio Brigadier López. La sucesión de esos dos grandes triunfos terminó por consolidar la leyenda de su cancha como una donde los gigantes caen sin remedio.
¿Cómo se gestó aquel partido entre Colón y la Selección Argentina?
Durante los años 60, era común que clubes del ascenso se enfrentaran en partidos amistosos contra combinados nacionales o equipos de Primera División. Estas citas no solo servían de preparación para los conjuntos mayores, sino también como plataformas de exposición para equipos del interior o de categorías menores. En este contexto, Colón organizó el amistoso contra la Selección Argentina en una jornada que terminó siendo inolvidable para los hinchas sabaleros.
Colón venía de protagonizar una campaña ascendente, con una identidad futbolística reconocida y una afición que desbordaba pasión. El marco fue ideal: un estadio repleto y una atmósfera vibrante. El equipo rojinegro salió decidido a hacer historia, y lo consiguió con una actuación sólida y eficaz, neutralizando a jugadores que eran referentes del fútbol argentino.
Aquel 2 a 0 se celebró como un título, porque no todos los días se vence a la Selección Nacional, y menos desde la Segunda División. El impacto fue tal, que la prensa nacional lo destacó ampliamente, y la fama del Cementerio de los Elefantes comenzó a recorrer el país como una advertencia para todo equipo grande que se animara a pisarlo.
Colon 2 – Santos (Con Pelé) 1
1964En este partido nació el apodo del estadio de Colon, Cementerio de elefantes pic.twitter.com/78RjX1hkUC
— Mil🇦🇷 (@Mil_Tucumano) February 16, 2024
Una época dorada para la mística del Cementerio
La victoria frente a la Selección Argentina no fue un hecho aislado. En aquel 1964, Colón ya había dado el gran golpe ante Santos de Brasil, que tenía en sus filas al mejor jugador del planeta: Pelé. Esa noche, también en Santa Fe, el equipo rojinegro venció 2 a 1 al club paulista, lo que encendió la chispa de una mística que sigue viva hasta hoy.
En apenas unas semanas, Colón doblegó a dos equipos repletos de estrellas. Y todo ocurrió en su cancha, ese reducto que se volvió legendario con el paso del tiempo. No es casual que, incluso en épocas más recientes, el Brigadier López haya sido escenario de caídas resonantes de equipos grandes, tanto nacionales como internacionales, a pesar de que, hoy en día, quizá su nombre resuena un poco menos en el mundo.
Eso sí, más de seis décadas después, la leyenda se mantiene. Cada aniversario es un motivo de orgullo y de memoria colectiva para la hinchada sabalera. La victoria ante la Selección es una joya histórica que el club resguarda con cariño y que los más veteranos relatan con emoción a las nuevas generaciones.
Un Colón que todavía no era de Primera, pero ya era grande
En 1964, Colón aún no había logrado el ascenso a la máxima categoría del fútbol argentino —hecho que se concretaría dos años después—, pero ya demostraba que su estatura futbolística excedía los límites de la Primera “B”. Su identidad combativa, su hinchada fervorosa y sus hazañas en el césped anticipaban que estaba destinado a cosas grandes. No en vano quedarían tan imborrables aquellos días de previa antes ya de conseguir lo indecible.
Derrotar a la Selección Nacional no solo fue una proeza deportiva, sino también una declaración de intenciones: Colón quería su lugar entre los grandes. Y lo consiguió con sacrificio, fútbol y, sobre todo, una fortaleza en casa que pocos podían igualar. La historia del club no se explica sin ese 8 de septiembre de 1964. Es una fecha más que marcada en el subconsciente colectivo.
Aquel ciclo marcó el comienzo de una transformación institucional y deportiva. El impacto de estas gestas impulsó al club en su búsqueda del profesionalismo pleno y generó una corriente de entusiasmo que se tradujo en un respaldo popular masivo. Las tribunas del Brigadier López comenzaron a latir con más fuerza y el nombre de Colón empezó a sonar con respeto en todos los rincones del país. Es el tipo de momentos que crean a una hinchada para siempre.
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Y aunque Colón no figura hoy entre los máximos favoritos, su historia demuestra que nunca se le puede subestimar. Después de todo, ya sabe lo que es vencer a los más grandes. Su legado está cimentado en noches épicas como la de 1964, y cada temporada renueva el anhelo de revivir aquellas gestas. Porque si algo ha demostrado el «Sabalero» a lo largo del tiempo, es que en el fútbol argentino siempre hay lugar para las sorpresas.